El Instituto de Salud Pública de Noruega ha publicado un documento el pasado día 10 de mayo en el que recomienda al gobierno que suspenda las vacunas de Johnson&Johnson “debido a los graves problemas secundarios que se han detectado en las personas inoculadas”.
En el documento, al que pueden acceder haciendo clic en este enlace, el FHI dice, entre otras muchas cosas, que su “objetivo es proteger a la mayor cantidad de personas posible, lo más rápido posible, para reabrir la sociedad y recuperar la vida cotidiana. Por tanto, es una decisión difícil recomendar que una de las vacunas del coronavirus no se utilice activamente en el programa. Sin embargo, creemos que esta es la decisión correcta”.
Los motivos por los que se realiza esta recomendación, según explican en el mismo documento, son que se han “reportado los mismos efectos secundarios con la vacuna de Janssen que con AstraZeneca” y aunque añade que los cálculos preliminares en EE. UU. sugieren menos casos de la vacuna Janssen que con la vacuna AstraZeneca”, consideran que es “demasiado pronto para decir cuál es el alcance de estos efectos”.
Estas dudas y el hecho de que “Noruega tenga un buen acceso a otras marcas de vacunas efectivas” es lo que lleva a los responsables sanitarios de Noruega a recomendar al gobierno tomar esta decisión. Es muy importante, además, lo que señalan en uno de los párrafos acerca de la confianza de la población en las vacunas: “Nosotros dependemos de que la población quiera vacunarse”…”la elección de las vacunas ofrecidas, la disponibilidad de vacunación y la información son factores importantes en este trabajo”.
Información, que es algo que no se hace en países como España. En definitiva, recomiendan que la vacuna de Janssen sea utilizada solo en caso de emergencia. Es decir, no cargan las tintas contra estas marcas pero sí dice que solo se use en casos extremos de necesidad y de urgencia.
(El diestro)