Has no content to show!
04 April 2021

Lo que estamos viviendo a cuenta de las mascarillas es una auténtica pesadilla que parece que no se va a acabar nunca. Si lo piensan fríamente, con la mente despejada y no completamente bloqueada por el terror irracional al virus, llevar mascarilla por la calle es de las cosas más ridículas y absurdas que se nos ha obligado a hacer en la vida por parte de las autoridades políticas.

Lejos de ser de utilidad ante los ataques del virus en plena calle, el uso de la mascarilla parece, más bien, un ejercicio psicológico con el que se está buscando nuestro sometimiento ante cualquier mandato de los políticos, por muy absurdo, ridículo e inservible que este sea.

Pero por otro lado están los defensores a ultranza de las mascarillas, los aterrados forofos convencidos de que este utensilio diabólico les puede salvar de los ataques de un virus por la calle, en el campo, en una playa o incluso en un colegio. Obsesos como demuestra ser esta mujer, Elizabeth Cogliati, que es miembro de la Junta Escolar de distrito 91 de Idaho Falls.

En la reunión, Cogliati, hace una defensa a ultranza de la obligatoriedad del uso de mascarillas y lo más grave del asunto es que lo hace pasándolo auténticamente mal puesto que es evidente que la mascarilla que lleva le está provocando problemas para respirar. Esa situación le provocó una especie de ataque de histeria que le llevó a contestar gritando a otro de los miembros de la junta cuando la interrumpió: “¡Me interrumpiste, Paul! ¡Me interrumpiste! Por favor, no me interrumpas ”.

Y siguió con su angustiosa exposición entrecortada continuamente por una evidente falta de oxígeno…

(El Diestro)

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